Madre, Madre, Madre. ¡A
ti clama mi alma!, y mi fuero interno se complace en llamarte Madre de
misericordia, Madre de las gracias prometidas, Madre refugio de los pecadores, Madre de Jesucristo. Y después de eso que se
puede decir de ti Madre mía…
Si eres la Madre
del Redentor, y El se dio por nosotros y encima también nos dio a su Vendita
Madre. Gracias, Muchas Gracias, Infinitas Gracias.
Ayúdanos Madre, ser dignos y predilectos hijos, y de Tu
Hijo, fervientes Adoradores en la Eucaristía.
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