Quiero madre,
sentir en mí, tu mensaje.
Quiero refugiarme,
en tu amor, que me protege.
Quiero abrazar
el canto, de tu profecía.
Quiero rezar el Rosario, en romería
con el corazón, en armonía.
Quiero meditar,
los misterios de tu vida.
Quiero alabar,
a Dios, en tu compañía.
En fin, Madre mía,
que tu amor florezca;
Y resplandezca,
en mi camino cada día.
Limpiame el alma,
con tu manto Virginal.
Así podré, unirme a tu Hijo;
en Ardiente Caridad.
La devoción a la Nuestra Señora del Rosario
El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más firmemente arraigada en el pueblo cristiano. Popularizó y extendió esta devoción el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla de Lepanto (1571), victoria atribuída a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario. La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
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