SANTA MARIA REINA
María vivió su vida en la sencillez y la cotidianeidad de cualquier mujer de Nazareth, un pequeño pueblito de provincia. No es Reina porque haya dominado sobre nadie. La realeza de María es participación de la realeza de Jesús, Príncipe de la Paz. Celebrar a María Reina es celebrar la dignidad de todas y todos los creyentes, que en el bautismo somos hechos, con Cristo, sacerdotes, profetas y reyes.
Padre, que nos diste a la Madre de tu Hijo como Madre y Reina nuestra; concédenos por su intercesión, poder llegar a participar, en el Reino de la gloria, reservado a tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Aleluya. ¡Alégrate!, María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres. Aleluya.
Al celebrar la memoria de la santísima Virgen María, te ofrecemos, Padre, nuestros dones, y te pedimos que venga en nuestra ayuda tu Hijo que en la cruz se ofreció a sí mismo como Víctima inmaculada. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Después de recibir el pan de la Eucaristía, te suplicamos, Padre, que, quienes celebramos la fiesta de la santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
Virgen Purísima Inmaculada
Ensalzada con la corona
Del Rey de la Gloria.
Proclamada Bienaventurada
La llena de gracia
Toda pulcra y Hermosa.
Hija, madre y esposa
De la Trinidad Excelsa.
Intercede Señora
Para que, en la temida hora
No sea rechazada
Y tu protección Materna
Salve mi alma atribulada.
Autora: Mercedes Ramos.
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