


Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuyos brazos el mismo Niño Jesús parece buscar seguro refugio; ya que ese mismo Dios hecho Hijo tuyo como tierna Madre lo estrechas contra tu pecho y sujetas sus manos con tu diestra, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo el brazo de su irritada justicia; sé tú nuestra poderosa Medianera y Abogada, y detenga tu maternal socorro los castigos que hemos merecido. En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te pido.
Jesús mio, sé que Tu me amas. Aquel a quien Tu amas está enfermo. Si es posible pase de mí este cáliz de sufrimiento. Pero añado yo también aquello que Tú dijiste en el huerto de Getsemaní; "No se haga mi voluntad, sino la tuya".
Fortaléceme y consuélame Jesús mio, Madre nuestra, Virgen Santísima, Santa María del Perpetuo Socorro Tú que curas a los enfermos, ruega por mí ante tu Santo Hijo. Amén.
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